Podríamos intentarlo:
contagiar luz con los ojos bien brillantes.
Olvidarnos del miedo a regar las cenizas
acordarnos de que podemos moldear el barro.
Orquestar la revolución que frunza el ceño al prejuicio y al odio.
Descubrir la profundidad de una esencia que clama a gritos
"que si sonríes tú, sonrío yo".
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