lunes, 31 de octubre de 2016

La poesía salvavidas
se tira a rescatar la belleza
destapando la uniformidad de la rutina,
subraya la anécdota,
la mima y le grita:
¡Pero serás bonita!
Brilla entonces
con foco propio y telón descorrido
el festival efímero
de verdes y amarillos,
unas ramas que crecen
sabiendo que caerán
y que por eso lucen tan ciertas
aceptando la danza del viento
entre el compás y el compás
de una canción en la que la fragilidad
rima con verdad.
El baile de la vida es real
pero lo es también el tambaleo
capaz de acariciar.

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